Atascos, falta de sueño,
obras cerca de casa, fechas límites,… los estresores están a la orden del día.
El estrés en sí mismo no es dañino. Es más, probablemente sin él no hubiésemos
sobrevivido a los peligros de la naturaleza desde la prehistoria hasta nuestros
tiempos. Su valor adaptativo es claro: nuestra presión arterial junto con la
liberación de glucosa en sangre aumenta con el fin de aportar un plus de
energía para afrontar el peligro, mientras que se ahorran esfuerzos por parte
del sistema digestivo y el sistema inmunitario, que dejan de funcionar. De
hecho, en ciertas circunstancias tener estrés es beneficioso para nuestro
rendimiento e incluso nuestra salud. Podríamos comparar el estrés con el
chocolate: comerse una onza de vez en cuando es saludable y disfrutamos más de
su sabor, ahora atiborrarse de manera frecuente nos producirá cuanto menos una
indigestión.
¿Cómo podemos mantener
nuestros niveles de estrés a raya? Lo primero que se nos ocurre es
controlarnos, intentar tranquilizarnos cuando estemos subiéndonos por las
paredes. De hecho es lo primero que nos dicen los demás cuando estamos
estresados: “¡No te agobies, tranquilízate!”. Ok, fenomenal, tranquilizarme…
¡no se me había ocurrido! ¿Pero CÓMO?
- ¿Respirando
profundamente? Podemos llegar a hiperventilar y marearnos
si no lo hacemos adecuadamente. Una correcta oxigenación del organismo implica
tasas bajas de inspiración, volúmenes elevados de aire y respiraciones
predominantemente abdominales. Cuando ya estemos hiperventilando se ha
demostrado la eficacia de la retención de la respiración unos segundos con el
fin de reiniciar el proceso.
- ¿Evitando
pensar en aquello que nos agobia? Primero habrá que saber
si tenemos control en nuestros pensamientos. Para ello vamos a hacer un pequeño
experimento con un pensamiento sin valor afectivo ni importancia relevante. Te
voy a pedir que en ningún caso pienses en un oso blanco. Está totalmente
prohibido que pienses en ese oso blanco hasta que acabes de leer este artículo.
Recuerda: ¡NO PIENSES EN UN OSO BLANCO!
Ahora bien, tratar de olvidar el problema o negarse a tomarlo en serio puede
ser muy perjudicial puesto que nos impide afrontarlo y en algunas ocasiones la
situación puede empeorar.
- ¿Buscar
ayuda o contárselo a alguien? Aquí ya vamos bien
encaminados. El apoyo social es un factor amortiguador de los efectos del
estrés. Aunque depende mucho de la calidad de esa relación. Los casados
satisfechos son los que menor presión arterial poseen frente a los solteros y
más aún que los casados insatisfechos. Ahora bien, tampoco se trata de depender
totalmente de los demás en cada problema que nos surja ni cargar el muerto a otro, ya que podemos agotar a nuestro entorno.
Es beneficioso proporcionar a su vez apoyo a los demás, ya que el sentido de
utilidad contribuye a nuestro bienestar.
A veces podemos pensar
que cómo nos vamos a tranquilizar con todo lo que se nos viene encima. Los
intentos de tranquilizarse se vuelven muchas veces infructuosos o pueden
empeorar nuestro estado de sobreactivación. Recordemos que nuestra respuesta de
estrés tiene un valor funcional, por tanto algo la habrá desencadenado. Dependiendo
del tipo de estresor sería adecuado actuar de una u otra manera. Ante un
problema debemos evaluar en primer lugar si es controlable o no. Si concluimos
que la situación se puede controlar sería conveniente planificar soluciones y
establecer un plan de acción para actuar directamente. Ahora bien, si la
situación no depende de nosotros no vale la pena gastar energía, centrémonos en
nuestra emoción: aceptarla, reevaluar la situación, distanciarse,…
En nuestra sociedad tan compleja muchas veces es imposible adivinar si algo se puede controlar o no, intentando controlar lo incontrolable. Por cierto, ¿Has pensado mucho en el oso blanco? Lo que ocurre es que mientras más evitas pensar en algo, más piensas en ello. ¿A quién no le ha pasado de tener una canción pegadiza en mente sin poder deshacerse de ella? Mientras más luchas, más te irritas y más te agotas. En estos aspectos la cultura budista nos lleva siglos de adelanto. En el próximo artículo desvelaremos algunos de sus secretos. Mientras tanto recuerda esta frase:
En nuestra sociedad tan compleja muchas veces es imposible adivinar si algo se puede controlar o no, intentando controlar lo incontrolable. Por cierto, ¿Has pensado mucho en el oso blanco? Lo que ocurre es que mientras más evitas pensar en algo, más piensas en ello. ¿A quién no le ha pasado de tener una canción pegadiza en mente sin poder deshacerse de ella? Mientras más luchas, más te irritas y más te agotas. En estos aspectos la cultura budista nos lleva siglos de adelanto. En el próximo artículo desvelaremos algunos de sus secretos. Mientras tanto recuerda esta frase:
Una persona feliz no es una persona sin estrés. Una persona
sin estrés es una persona muerta. Luego el estrés nos hace sentir vivos.
Nuria
Azuaga
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