Hace un par de semanas publiqué el primero de una serie de
artículos sobre tópicos relativos a la psicología que crean una imagen
distorsionada e irreal sobre nuestro trabajo y no sólo nos perjudican a
nosotros, sino a personas que podrían beneficiarse mucho con nuestra labor y
que por desconocimiento, desinformación o vergüenza, no buscan asesoramiento.
Continuemos pues con un par más de tópicos sobre la psicología:
“¿Eres psicólogo? Oye, no me estarás psicoanalizando, ¿no?”
Me hace mucha gracia cuando me dicen esto, y es que hay aún
muchas personas que piensan que los psicólogos nos pasamos el día en modo Terminator,
analizando cada gesto y cada palabra que dicen para extraer datos sobre su
personalidad. Cada vez que me dicen esto, me vienen a la cabeza tres
respuestas:
·
Respuesta corta: No.
·
Respuesta larga: Puedo deducir que no tienes ni
idea de cuál es la labor de un psicólogo, y no hace falta analizar nada para
llegar hasta ahí.
·
Respuesta que suelo usar para capear la
situación: Si no me pagas, no.
Sólo con mirarte
unos minutos puedo conocer tu nivel de ansiedad, leerte el pensamiento
y averiguar cuál es tu comida favorita. ¡La psicología me da superpoderes!
y averiguar cuál es tu comida favorita. ¡La psicología me da superpoderes!
Para empezar, la psicología y el psicoanálisis son dos
disciplinas diferentes, que parten de supuestos teóricos distintos y que no
utilizan los mismos procedimientos en consulta, por lo que no son comparables
ni mucho menos equiparables. Por otro lado, nuestro trabajo no es analizar a la
persona que tenemos delante ni sacar conclusiones al azar (y sin contrastar)
sobre su forma de ser basándonos en datos parciales y aislados que podamos
observar en consulta: nuestra labor es examinar, en trabajo conjunto con el
cliente, qué es lo que está causando que sus problemas se mantengan en el
tiempo y qué alternativas puede tomar para llevar una vida más acorde con
aquella que le gustaría.
Dicho de otro modo, la terapia es un trabajo colaborativo cuyo objetivo es que el cliente tome conciencia de qué es lo que está fallando y decida qué medidas tomar para cambiarlo. Y si notamos algo peculiar en el lenguaje corporal, gestos, etc. del cliente, no nos ponemos a sacar conclusiones sin contrastar: simplemente, si creemos que es relevante para con el problema en cuestión, lo ponemos de manifiesto y se habla sobre ello. Sin misterios ni subterfugios.
Dicho de otro modo, la terapia es un trabajo colaborativo cuyo objetivo es que el cliente tome conciencia de qué es lo que está fallando y decida qué medidas tomar para cambiarlo. Y si notamos algo peculiar en el lenguaje corporal, gestos, etc. del cliente, no nos ponemos a sacar conclusiones sin contrastar: simplemente, si creemos que es relevante para con el problema en cuestión, lo ponemos de manifiesto y se habla sobre ello. Sin misterios ni subterfugios.
Y otro apunte:
tampoco es cierto que el psicoanálisis se reduzca a penes y vaginas.
Por muy
salido que estuviera Freud.
“¿Psicología? Yo no creo en eso”
Hay muchas personas que colocan a la psicología al mismo nivel
que la homeopatía u otras pseudociencias, afirmando que son cosas de
“charlatanes” y “vendehumos” y que “ir al psicólogo” no sirve de nada. No
obstante, las leyes de la conducta no se parecen en nada a los principios
homeopáticos y, al contrario que éstos, tienen más que ver, por ejemplo, con la
ley de la gravedad: siguen estando y funcionando igual independientemente de lo
que creamos al respecto.
- Yo no creo que la
ley de la gravedad sea cierta.
- Pues el barrigazo lo
vas a pegar igual.
Hay muchísima ciencia e innumerables estudios que respaldan las
leyes básicas de la conducta animal y humana: aquellas conductas que tienen una
consecuencia agradable (o la desaparición de algo desagradable) tienen mayor
probabilidad de repetirse en el futuro, mientras que aquellas con consecuencias
desagradables (o que nos hacen perder algo agradable) tienen menos posibilidades
de repetirse. Bien es cierto que la conducta humana es mucho más compleja, pero
estos procesos básicos subyacen a todo nuestro comportamiento, creamos en ello
o no. Ningún ser humano está exento de las leyes de la conducta, ya que es ésa
la manera en la que funcionamos.
Nadie escapa a
las leyes de la conducta. Ni a las de la termodinámica.
Hasta aquí el post de hoy. Próximamente iré desgranando más
mitos (que los hay), ya que la cosa tiene miga. Como siempre, para cualquier
cosa tenéis la sección de comentarios.
¡Un saludo!
Jorge Reina
Artículo escrito por nuestro compañero Jorge Reina, psicoterapeuta y formador especialista en
Inteligencia Emocional, Terapia de Aceptación y Compromiso, y
Asesoramiento a personas y organizaciones.