jueves, 26 de diciembre de 2013

Caminos confusos






Hace unos días, mientras realizaba uno de los muchos trayectos semanales en autobús que requiere mi actividad profesional, y siendo ya final de la jornada, me dejé caer en el asiento y cerré los ojos.

¿Os habéis dejado caer alguna vez, cansados, en el asiento del autobús?, ¿habéis aprovechado, aunque sólo sea un rato, para cerrar los ojos?

Si lo habéis hecho es posible que vuestra mente os haya comunicado lo mismo que a mi: "Abre los ojos pronto o de lo contrario podrás pasar la parada en la que bajas".

En esos momentos en los que la percepción del tiempo, al perder cualquier referencia visual, parece ser confusa, es posible que muchos de vosotros abrierais los ojos para mirar a la marquesina de información, comprobaseis que aún faltaba camino, y volvierais a cerrarlos.

Pero si en alguna ocasión habéis resistido la advertencia de vuestra mente de orientaros, probablemente vuestra experiencia fuera similar a la mía.

Tras pasar de mi mente y no abrir los ojos, el mensaje fue más intenso, algo así como "Jose, abre los ojos, porque si te pasas de parada no sabes dónde acabaras, ya que nunca te has parado más allá de donde te correspondía", y seguía aumentando, en plan "Jose, es horrible que pueda pasar algo así, es de noche, hace frío, tienes hambre, sabes de sobra que la orientación no es tu fuerte, así que abre los putos ojos y deja de hacerte el rarito".

¿Os ha hablado alguna vez vuestra mente de esta manera?, ¿os ha dicho cosas similares?

Imagino que por el agotamiento, o quizás por otras razones, no le hice caso a mi mente, y seguí con los ojos cerrados sabiendo que efectivamente podría pasarme de parada, aunque sin duda la historia no sería tan tenebrosa como la relatada por mi querida cabeza.

En seguida, empecé a centrarme en otros sentidos, como el sonido, aunque no es que me diera mucha información sobre el punto del trayecto en el que me encontraba, y tampoco lo hizo el olfato o el tacto.

Sin embargo, hubo un sentido que me dijo "estás moviéndote". Y en un momento dado, me dijo "ahora te has movido hacia la derecha", "ahora, hacia la izquierda".

Así que mi recuerdo se adelantó a dicho sentido y me dijo "te moverás ahora hacia la derecha, y en breve el bus parará, porque has llegado a tu parada".

Así fue, de hecho.

De alguna manera, mientras avanzaba hacia un camino y no tenía ningún punto de referencia, saber por dónde iba, si me pasaría o si no, pude orientarme. A pesar de todas las amenazas y coacciones de mi mente para que abriera mis ojos y buscase ese punto de referencia que tanto echamos en falta cuando no logramos orientarnos, no le hice caso, y llegué a mi destino.

¿Es posible que en aquellos momentos de vuestras vidas en que no tengáis nada claro acerca de vuestros caminos, tan sólo tengáis que seguir moviéndoos y observar los cambios?

Si cualquier punto de referencia al que nos hemos aferrado desaparece, ¿qué nos queda?.



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