jueves, 7 de agosto de 2014

Mi querida máquina de pensamientos. Parte I

Si hay una máquina en nuestro organismo a la cual, verdaderamente, le tenemos aprecio los humanos, esa, es nuestro cerebro. Esa máquina que nunca se detiene, incansable, cuya única función es generar pensamientos, ideas, recuerdos, comparaciones, juicios, etc. Cómo no apreciar a una maquina que nos permite evadirnos a realidades ficticias donde podemos ver como cumplimos nuestros sueños, ¿Verdad? 

Nuestra mente es capaz de llevarnos a lugares inhóspitos, donde un sol radiante nos broncea la piel mientras disfrutamos de unas agradables vistas, imaginarnos con la persona que deseamos estar o ver como alcanzamos nuestro apreciado éxito profesional, mientras estamos, por ejemplo, en clase de matemáticas, en la sala de espera en un hospital, o incluso en un velatorio, etc. ¿Quién no se ha dejado llevar por sus pensamientos alguna que otra vez y cuando se ha dado cuenta ve que ha recorrido cientos de kilómetros mientras conducía? Es algo sumamente normal, las personas pasamos una gran cantidad de tiempo en estar, bien, en los acontecimientos pasados o bien en acontecimientos futuros. Y por consiguiente, pasar mucho tiempo enganchados a nuestro contenido mental significa renegar de la experiencia real, la experiencia que tiene lugar aquí y ahora. 

Pero claro, esta máquina llamada cerebro, no solo fabrica pensamientos agradables, también fabrica pensamientos considerados negativos: “no vales nada” “tu pareja te está siendo infiel” “no puedo hablar en público” “me siento triste”, etc. Y ahí, en ese preciso momento, en el que nuestra mente comienza a producir pensamientos dolorosos, es cuando deseamos tener un botón de encendido/apagado para poder controlar el contenido de nuestra mente a nuestro antojo.  Deseamos a toda costa evitar estar en contacto con esos eventos privados que nos producen malestar, y esto es así debido a la influencia sociocultural en la que estamos anexados. Nos encontramos en una sociedad hedonista, regida por la búsqueda del placer constante y la evitación del malestar. Para las personas occidentales es intolerable plantearse estar en contacto con nuestros eventos privados negativos. ¿Es que somos masoquistas? Ninguna persona de esta “sociedad del bienestar” se detendría ni un milisegundo a contactar con su sufrimiento. Y ante la ausencia de un interruptor, no queda más alternativa de hacer todo lo posible para intentar reprimir, regular, cambiar o eliminar estos eventos privados negativos lo antes posible. 

Entonces, ¿No hay un botón para desactivar la mente?... NO. Pero, ¿podemos controlar nuestros pensamientos?... Desgraciadamente, y aunque suene desesperanzador, NO, no podemos controlar nuestros eventos privados (pensamientos, emociones, sensaciones).  

¿Cómo que no puedo controlar mi mente? Hagamos una práctica:

Imagínese un taxi… Bien, ¿listo?, ¿se lo ha imaginado?... Ok,  

¿Cómo es este taxi?, ¿es grande, pequeño?, ¿de qué color es?,  ¿cuántas puertas tiene?, tómese un tiempo para describirlo… ¿Cómo es la persona que lo conduce?, ¿Esta libre u ocupado?, ¿Cuántas personas van en el interior del taxi?...

Bien, ¿se lo imagina?... Ok, ahora, una vez que ya me ha descrito su taxi, quiero pedirle que haga algo, quiero que… olvides el taxi que acababas de imaginarte, que lo suprimas de tu mente para siempre, al igual que haces con el resto de pensamientos que no te gustan en tu vida diaria. ¿Preparado?...Ok, Ya puedes comenzar, elimínalo. 

¿Qué tal fue la prueba?, ¿fácil?, ¿Has podido no pensar en ese objeto?... No. No te preocupes, tomate unos segundos más. Y bien, ahora, ¿has podido?... SI, ¿si has podido?...

 Ok, pero, ¿cómo sabías que estabas realizando bien el ejercicio de no pensar en el objeto sin pensar en el?...

Vale, puedes volver a intentar la prueba de no pensar en el taxi, quizás, esta vez te pueda ayudar concentrarte en otro objeto durante la práctica, por ejemplo en visualizar una manzana. Tomate el tiempo que necesites… 

¿Qué tal, has conseguido no pensar en el taxi?... ¿Si?, Ok. Tal vez, esta forma de concentrarte en la manzana, parezca exitosa: “bien! acabo de pensar en una manzana y eso es correcto porque no pensé en el taxi.  Ok, pero el problema es que para verificar si la sustitución de una imagen cualquiera por la imagen del taxi es exitosa, hay que pensar forzosamente en el “taxi”. 

¿Aún crees que puedes controlar tus pensamientos?, no te preocupes, sigue entrenando, quizás hoy no pudiste porque estabas cansado, o no tenías un buen día. Tomate todo el tiempo que quieras, puedes utilizar tantas estrategias como quieras: auto instrucciones para no pensar, contar de dos en dos desde 100, probar la relajación, ver la tele, etc.
No existe peor virus que un pensamiento indeseable.

Continuará,

Adrián Muñoz

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