Si
hay una máquina en nuestro organismo a la cual, verdaderamente, le tenemos
aprecio los humanos, esa, es nuestro cerebro. Esa máquina que nunca se detiene,
incansable, cuya única función es generar pensamientos, ideas, recuerdos,
comparaciones, juicios, etc. Cómo no apreciar a una maquina que nos permite
evadirnos a realidades ficticias donde podemos ver como cumplimos nuestros
sueños, ¿Verdad?
Nuestra mente es capaz de llevarnos a lugares inhóspitos,
donde un sol radiante nos broncea la piel mientras disfrutamos de unas
agradables vistas, imaginarnos con la persona que deseamos estar o ver como
alcanzamos nuestro apreciado éxito profesional, mientras estamos, por ejemplo,
en clase de matemáticas, en la sala de espera en un hospital, o incluso en un
velatorio, etc. ¿Quién no se ha dejado llevar por sus pensamientos alguna que
otra vez y cuando se ha dado cuenta ve que ha recorrido cientos de kilómetros
mientras conducía? Es algo sumamente normal, las personas pasamos una gran
cantidad de tiempo en estar, bien, en los acontecimientos pasados o bien en
acontecimientos futuros. Y por consiguiente, pasar mucho tiempo enganchados a
nuestro contenido mental significa renegar de la experiencia real, la
experiencia que tiene lugar aquí y ahora.
Pero
claro, esta máquina llamada cerebro, no solo fabrica pensamientos agradables,
también fabrica pensamientos considerados negativos: “no vales nada” “tu pareja
te está siendo infiel” “no puedo hablar en público” “me siento triste”, etc. Y
ahí, en ese preciso momento, en el que nuestra mente comienza a producir
pensamientos dolorosos, es cuando deseamos tener un botón de encendido/apagado
para poder controlar el contenido de nuestra mente a nuestro antojo. Deseamos a toda costa evitar estar en
contacto con esos eventos privados que nos producen malestar, y esto es así
debido a la influencia sociocultural en la que estamos anexados. Nos
encontramos en una sociedad hedonista, regida por la búsqueda del placer
constante y la evitación del malestar. Para las personas occidentales es
intolerable plantearse estar en contacto con nuestros eventos privados
negativos. ¿Es que somos masoquistas? Ninguna persona de esta “sociedad del
bienestar” se detendría ni un milisegundo a contactar con su sufrimiento. Y
ante la ausencia de un interruptor, no queda más alternativa de hacer todo lo
posible para intentar reprimir, regular, cambiar o eliminar estos eventos
privados negativos lo antes posible.
Entonces,
¿No hay un botón para desactivar la mente?... NO. Pero, ¿podemos controlar
nuestros pensamientos?... Desgraciadamente, y aunque suene desesperanzador, NO,
no podemos controlar nuestros eventos privados (pensamientos, emociones,
sensaciones).
¿Cómo
que no puedo controlar mi mente? Hagamos una práctica:
Imagínese
un taxi… Bien, ¿listo?, ¿se lo ha imaginado?... Ok,
¿Cómo
es este taxi?, ¿es grande, pequeño?, ¿de qué color es?, ¿cuántas puertas tiene?, tómese un tiempo
para describirlo… ¿Cómo es la persona que lo conduce?, ¿Esta libre u ocupado?,
¿Cuántas personas van en el interior del taxi?...
Bien,
¿se lo imagina?... Ok, ahora, una vez que ya me ha descrito su taxi, quiero
pedirle que haga algo, quiero que… olvides el taxi que acababas de imaginarte,
que lo suprimas de tu mente para siempre, al igual que haces con el resto de
pensamientos que no te gustan en tu vida diaria. ¿Preparado?...Ok, Ya puedes
comenzar, elimínalo.
¿Qué
tal fue la prueba?, ¿fácil?, ¿Has podido no pensar en ese objeto?... No. No te
preocupes, tomate unos segundos más. Y bien, ahora, ¿has podido?... SI, ¿si has
podido?...
Ok, pero, ¿cómo sabías que estabas realizando
bien el ejercicio de no pensar en el objeto sin pensar en el?...
Vale,
puedes volver a intentar la prueba de no pensar en el taxi, quizás, esta vez te
pueda ayudar concentrarte en otro objeto durante la práctica, por ejemplo en
visualizar una manzana. Tomate el tiempo que necesites…
¿Qué
tal, has conseguido no pensar en el taxi?... ¿Si?, Ok. Tal vez, esta forma de
concentrarte en la manzana, parezca exitosa: “bien! acabo de pensar en una
manzana y eso es correcto porque no pensé en el taxi. Ok, pero el problema es que para verificar si
la sustitución de una imagen cualquiera por la imagen del taxi es exitosa, hay
que pensar forzosamente en el “taxi”.
¿Aún
crees que puedes controlar tus pensamientos?, no te preocupes, sigue
entrenando, quizás hoy no pudiste porque estabas cansado, o no tenías un buen
día. Tomate todo el tiempo que quieras, puedes utilizar tantas estrategias como
quieras: auto instrucciones para no pensar, contar de dos en dos desde 100,
probar la relajación, ver la tele, etc.
No existe peor virus que un pensamiento indeseable.
Continuará,
Adrián Muñoz
No hay comentarios:
Publicar un comentario