¡Hola a todos!
Como psicólogo que soy, mi objetivo como profesional es lograr
la máxima satisfacción de mis clientes, proporcionándoles herramientas para superar
aquellos problemas que no han podido salvar por las razones que sea y
ayudándoles a que puedan desarrollar una vida que merezca la pena, encaminada a
lograr aquello que es importante para ellos: ser buenos profesionales, buenos
padres para sus hijos, buenos amigos para sus amigos, etc. En definitiva, que
puedan vivir de acuerdo con aquello que valoran y se dirijan hacia lo que
realmente da sentido a su vida.
¿Que tu meta en
la vida es batir el record mundial de comer perritos calientes?
¡Pues vamos a
ello!
No obstante, existen en esta sociedad muchos mitos y
malentendidos con respecto a nuestra profesión y a lo que hacemos, lo que da
lugar a que tengamos que escuchar, de boca de muchas personas (más de lo que os
podáis imaginar), frases que van desde lo absurdo hasta lo simple y llanamente
insultante. Las que presento a continuación (y sus respectivas variantes) son
sólo un par de ejemplos (me reservo algunos otros para un artículo posterior).
“¿Ir al psicólogo?” ¿Para qué? Yo no estoy loco”
Existe un estigma social muy grande con respecto a acudir a un
psicólogo: si lo haces, es porque estás loco, tienes un trauma muy gordo o se
te va la olla. De hecho, no es infrecuente escuchar alguna que otra
conversación de este estilo:
·
Tío, últimamente estoy que no levanto cabeza,
desde que lo dejé con Fulanita no sé qué hacer con mi vida.
·
Eso suena regular. ¿Te has planteado ir a un
psicólogo?
·
¿A un psicólogo? ¿Qué dices? ¡Ni que yo
estuviera loco o algo!
Cliente típico
de un psicólogo, según la sociedad.
Hasta ahí nada raro, ¿verdad? Cambiemos un poco el contexto:
·
Tío, hace unos días me salió una erupción rara
en el brazo, tengo la piel roja y me pica mucho.
·
Eso suena regular. ¿Te has planteado ir a un
dermatólogo?
·
¿A un dermatólogo? ¿Qué dices? ¡Ni que tuviera
un cáncer de piel!
¡Uy lo que ha
dicho!
Ya no suena tan lógico, ¿verdad? A nadie se le ocurre decir algo
así cuando se habla de cualquier otro profesional de la salud, pero sigue
existiendo la creencia generalizada de que acudir al psicólogo es “cosa de
locos”, y se sigue mirando raro a aquella persona que dice abiertamente que ha
acudido a uno en busca de ayuda; todos estos factores contribuyen a que muchas
personas con problemas de muy diversa índole no acudan en busca de ayuda
profesional, perdiendo así la oportunidad no sólo de superar los problemas
concretos que tengan en ese momento, sino de ser más capaces para superar
aquellos que se les presenten en un futuro y llevar una vida que les llene.
Pero nada: que si vas
al psicólogo estás loco y punto.
“Para ir a contarle mis penas al psicólogo se las cuento a un
amigo”
Otro mito muy extendido es que una sesión de psicología es como
un café con un amigo: llegas, le cuentas qué te ocurre, te escucha, te da
consejos para solucionar tu situación y hasta la próxima. Si vais a una sesión
de psicología con la idea de que será algo de ese estilo… os recomendaría
tomaros un café con un amigo. Os saldrá más barato.
A menos que el
susodicho amigo tenga gustos muy caros, por supuesto.
Un psicólogo no os va a dar consejos (ni va a deciros lo que
deberíais hacer, porque esa decisión os corresponde únicamente a vosotros), ni
va a daros una visión equivalente a la que os pueda dar un amigo; por
explicarlo a grandes rasgos, va a examinar y a indagar aquello que le estáis
contando, y va a ayudaros a tomar conciencia sobre:
·
Los factores que causan el problema, es decir,
aquello que ocurre justo antes de que se desencadene el problema (por ejemplo,
con una persona muy tímida, el hecho de encontrarse en un lugar con muchas
personas)
·
Los pensamientos y sentimientos asociados a esas
causas (en el caso anterior, algunos ejemplos podrían ser: “voy a hacer el
ridículo”, “estoy nervioso”, “me va a dar algo”, etc.)
·
Qué factores están haciendo que se mantenga el
problema, qué consecuencias tiene nuestra forma de actuar cuando aparece el
problema y qué causa que sigamos respondiendo así (en el caso anterior, por
ejemplo, la persona podría irse del lugar, lo que a corto plazo calmaría su
ansiedad, pero a largo plazo deterioraría sus relaciones sociales y causaría
problemas aún mayores). Ésta es la parte fundamental en la que trabaja un
psicólogo: entrenando con el cliente para que consiga actuar de manera
diferente cuando se presente la situación problemática (por ejemplo, quedándose
en el lugar y hablando con alguna persona aun sintiendo ansiedad y teniendo
pensamientos molestos, para conseguir tener mejores relaciones con los demás).
Ahora la labor
del psicólogo no parece tan simple, ¿verdad?
Como podéis ver, la labor de un psicólogo no tiene nada que ver
con la de un amigo al que le contáis un problema; son personas distintas, en
contextos diferentes y con funciones que no tienen nada que ver. Si queréis dar
un cambio a vuestra vida y, como todo ser humano en un momento u otro de su
vida, necesitáis ayuda con ello, un psicólogo puede seros muy útil; si lo que
queréis es consejo o desahogaros, repito, un amigo os va a ir mucho mejor y os
saldrá más barato.
Hasta aquí el post de hoy. En el próximo expondré algunas otras
frases que ponen de manifiesto el desconocimiento general de la población sobre
el trabajo de los psicólogos, lo que a su vez provoca que muchas personas que
podrían beneficiarse mucho de nuestros servicios opten por no hacerlo, ya sea
por desinformación o por el estigma social existente. Espero que os haya
gustado y os haya resultado esclarecedor.
¡Un saludo!
Jorge Reina
Artículo escrito por nuestro compañero Jorge Reina, psicoterapeuta y formador especialista en
Inteligencia Emocional, Terapia de Aceptación y Compromiso, y
Asesoramiento a personas y organizaciones.