Mostrando entradas con la etiqueta Aceptación. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Aceptación. Mostrar todas las entradas

miércoles, 14 de octubre de 2015

II Curso Avanzado en Terapias Contextuales


¡Hola a todos! Nuestros compañeros de ACTÚA Consultores están preparando un curso avanzado en terapias de Tercera Generación que no os dejará indiferentes:


En esta II Edición, han conseguido juntar por de nuevo en Málaga a: José Molinero, Israel Mañas y Rafael Morón, docentes de prestigio nacional en terapias contextuales. El curso irá enfocado a tratar, desde la Terapia de Aceptación y Compromiso y el Mindfulness temáticas como depresión y ansiedad, terapia de pareja, trastornos de la alimentación y mindfulness aplicado a la práctica clínica.
 
El curso tendrá una duración de 40 horas e incluye numeros materiales: manual de terapias de tercera generación y campus virtual personalizado, donde podréis encontrar: vídeos ilustrativos de situaciones clínicas, bibliografía complementaria, presentaciones de cada módulo, descripción de casos, ejercicios para entrenar conocimientos y un foro donde compartir dudas y sugerencias. Si formalizaís la matrícula antes del 6 de noviembre el curso tendrá un precio de 275€.

Para inscribiros sólo tenéis que enviar un correo a inscripcion@actuaconsultores.es, o si lo preferís podéis llamar al 664 04 69 50 para gestionar todo de manera personalizada.

Os dejamos también la web de curso, para que podáis conocer en profundidad a los docentes y los contenidos del curso: terapiascontextuales.wix.com/actymindfulness

Es un aprendizaje único en Andalucía y que tenemos el placer de poder recomendarlo personalmente, ya que hemos cursado la primera edición del mismo y hemos quedado muy contentos con las destrezas que hemos adquirido!

jueves, 24 de septiembre de 2015

Taller de Psicología aplicada a las Artes Escénicas



¡Hola a todos! Nuestros compañeros de Nayade Psicólogos nos traen la segunda edición del curso “Psicología aplicada a las Artes Escénicas”. Después del éxito de la primera edición, vuelven de nuevo, con varias novedades y dando la oportunidad a aquellos que no pudieran realizarlo la vez anterior. 


Taller de psicología aplicada a las artes escénicas



¿Por qué te debe interesar este taller?
 
La  profesión de artista no es fácil, y conlleva muchas consecuencias a nivel personal, ya que  exige meterte en la piel del personaje que tienes que interpretar a pesar de cómo te encuentres en ese momento. Debido a esto, Nayade Psicólogos ha creado un taller adaptado y totalmente práctico donde se trabajarán fundamentalmente dos necesidades que existen en dicha profesión: cómo sobrellevar la profesión de artista, al ser una profesión totalmente vocacional, es importante saber compaginar nuestras emociones con las del personaje así como todas las barreras que encontramos a nivel personal.

     Trabajaremos todos aquellos eventos internos que hacen que no estemos donde queremos estar, así como el anclaje al momento presente a la hora de actuar o en el proceso creativo, ya que es imprescindible para que des el 100% de ti haciendo lo que más te importa.

¿Qué técnicas se usarán?

Las técnicas que se usarán estarán basadas en la corriente de tercera generación de psicología, entre las cuales se encuentran: desliteralización, mindfulness o atención plena, defusión, etc. Además, el taller será totalmente práctico, lo que favorecerá un mejor aprendizaje de las técnicas usadas.

Para inscribirse al taller, sólo tenéis que escribir un correo a: info@nayadepsicologos.com con vuestro nombre, apellidos y teléfono de contacto.

Lugar: Edificio “The Green Ray” o “El Rayo Verde”, Ampliación de la Universidad de Málaga (última parada del metro: A-Tech) Av. Louis Pasteur, 42, 29010 Málaga
Fecha: 30 septiembre
Hora: 17:00 – 20:30
Precio: 10 €

jueves, 17 de septiembre de 2015

Tópicos sobre la psicología que todo el mundo cree (II)

¡Hola a todos!

Hace un par de semanas publiqué el primero de una serie de artículos sobre tópicos relativos a la psicología que crean una imagen distorsionada e irreal sobre nuestro trabajo y no sólo nos perjudican a nosotros, sino a personas que podrían beneficiarse mucho con nuestra labor y que por desconocimiento, desinformación o vergüenza, no buscan asesoramiento. Continuemos pues con un par más de tópicos sobre la psicología:

“¿Eres psicólogo? Oye, no me estarás psicoanalizando, ¿no?”

Me hace mucha gracia cuando me dicen esto, y es que hay aún muchas personas que piensan que los psicólogos nos pasamos el día en modo Terminator, analizando cada gesto y cada palabra que dicen para extraer datos sobre su personalidad. Cada vez que me dicen esto, me vienen a la cabeza tres respuestas:

·         Respuesta corta: No.
·         Respuesta larga: Puedo deducir que no tienes ni idea de cuál es la labor de un psicólogo, y no hace falta analizar nada para llegar hasta ahí.
·         Respuesta que suelo usar para capear la situación: Si no me pagas, no.


 Sólo con mirarte unos minutos puedo conocer tu nivel de ansiedad, leerte el pensamiento 
y averiguar cuál es tu comida favorita. ¡La psicología me da superpoderes!

Para empezar, la psicología y el psicoanálisis son dos disciplinas diferentes, que parten de supuestos teóricos distintos y que no utilizan los mismos procedimientos en consulta, por lo que no son comparables ni mucho menos equiparables. Por otro lado, nuestro trabajo no es analizar a la persona que tenemos delante ni sacar conclusiones al azar (y sin contrastar) sobre su forma de ser basándonos en datos parciales y aislados que podamos observar en consulta: nuestra labor es examinar, en trabajo conjunto con el cliente, qué es lo que está causando que sus problemas se mantengan en el tiempo y qué alternativas puede tomar para llevar una vida más acorde con aquella que le gustaría. 

Dicho de otro modo, la terapia es un trabajo colaborativo cuyo objetivo es que el cliente tome conciencia de qué es lo que está fallando y decida qué medidas tomar para cambiarlo. Y si notamos algo peculiar en el lenguaje corporal, gestos, etc. del cliente, no nos ponemos a sacar conclusiones sin contrastar: simplemente, si creemos que es relevante para con el problema en cuestión, lo ponemos de manifiesto y se habla sobre ello. Sin misterios ni subterfugios.

 Y otro apunte: tampoco es cierto que el psicoanálisis se reduzca a penes y vaginas. 
Por muy salido que estuviera Freud.

“¿Psicología? Yo no creo en eso”

Hay muchas personas que colocan a la psicología al mismo nivel que la homeopatía u otras pseudociencias, afirmando que son cosas de “charlatanes” y “vendehumos” y que “ir al psicólogo” no sirve de nada. No obstante, las leyes de la conducta no se parecen en nada a los principios homeopáticos y, al contrario que éstos, tienen más que ver, por ejemplo, con la ley de la gravedad: siguen estando y funcionando igual independientemente de lo que creamos al respecto.

- Yo no creo que la ley de la gravedad sea cierta.
- Pues el barrigazo lo vas a pegar igual. 

Hay muchísima ciencia e innumerables estudios que respaldan las leyes básicas de la conducta animal y humana: aquellas conductas que tienen una consecuencia agradable (o la desaparición de algo desagradable) tienen mayor probabilidad de repetirse en el futuro, mientras que aquellas con consecuencias desagradables (o que nos hacen perder algo agradable) tienen menos posibilidades de repetirse. Bien es cierto que la conducta humana es mucho más compleja, pero estos procesos básicos subyacen a todo nuestro comportamiento, creamos en ello o no. Ningún ser humano está exento de las leyes de la conducta, ya que es ésa la manera en la que funcionamos.

 Nadie escapa a las leyes de la conducta. Ni a las de la termodinámica.

Hasta aquí el post de hoy. Próximamente iré desgranando más mitos (que los hay), ya que la cosa tiene miga. Como siempre, para cualquier cosa tenéis la sección de comentarios.

¡Un saludo!

Jorge Reina 

Artículo escrito por nuestro compañero Jorge Reina, psicoterapeuta y formador especialista en Inteligencia Emocional, Terapia de Aceptación y Compromiso, y Asesoramiento a personas y organizaciones.

lunes, 31 de agosto de 2015

Tópicos sobre la psicología que todo el mundo cree (I)


¡Hola a todos!

Como psicólogo que soy, mi objetivo como profesional es lograr la máxima satisfacción de mis clientes, proporcionándoles herramientas para superar aquellos problemas que no han podido salvar por las razones que sea y ayudándoles a que puedan desarrollar una vida que merezca la pena, encaminada a lograr aquello que es importante para ellos: ser buenos profesionales, buenos padres para sus hijos, buenos amigos para sus amigos, etc. En definitiva, que puedan vivir de acuerdo con aquello que valoran y se dirijan hacia lo que realmente da sentido a su vida.

 ¿Que tu meta en la vida es batir el record mundial de comer perritos calientes?
 ¡Pues vamos a ello!


No obstante, existen en esta sociedad muchos mitos y malentendidos con respecto a nuestra profesión y a lo que hacemos, lo que da lugar a que tengamos que escuchar, de boca de muchas personas (más de lo que os podáis imaginar), frases que van desde lo absurdo hasta lo simple y llanamente insultante. Las que presento a continuación (y sus respectivas variantes) son sólo un par de ejemplos (me reservo algunos otros para un artículo posterior).

“¿Ir al psicólogo?” ¿Para qué? Yo no estoy loco”

Existe un estigma social muy grande con respecto a acudir a un psicólogo: si lo haces, es porque estás loco, tienes un trauma muy gordo o se te va la olla. De hecho, no es infrecuente escuchar alguna que otra conversación de este estilo:

·         Tío, últimamente estoy que no levanto cabeza, desde que lo dejé con Fulanita no sé qué hacer con mi vida.
·         Eso suena regular. ¿Te has planteado ir a un psicólogo?
·         ¿A un psicólogo? ¿Qué dices? ¡Ni que yo estuviera loco o algo!

 Cliente típico de un psicólogo, según la sociedad.

Hasta ahí nada raro, ¿verdad? Cambiemos un poco el contexto:

·         Tío, hace unos días me salió una erupción rara en el brazo, tengo la piel roja y me pica mucho.
·         Eso suena regular. ¿Te has planteado ir a un dermatólogo?
·         ¿A un dermatólogo? ¿Qué dices? ¡Ni que tuviera un cáncer de piel!

 ¡Uy lo que ha dicho!

Ya no suena tan lógico, ¿verdad? A nadie se le ocurre decir algo así cuando se habla de cualquier otro profesional de la salud, pero sigue existiendo la creencia generalizada de que acudir al psicólogo es “cosa de locos”, y se sigue mirando raro a aquella persona que dice abiertamente que ha acudido a uno en busca de ayuda; todos estos factores contribuyen a que muchas personas con problemas de muy diversa índole no acudan en busca de ayuda profesional, perdiendo así la oportunidad no sólo de superar los problemas concretos que tengan en ese momento, sino de ser más capaces para superar aquellos que se les presenten en un futuro y llevar una vida que les llene.

Pero nada: que si vas al psicólogo estás loco y punto. 

“Para ir a contarle mis penas al psicólogo se las cuento a un amigo”

Otro mito muy extendido es que una sesión de psicología es como un café con un amigo: llegas, le cuentas qué te ocurre, te escucha, te da consejos para solucionar tu situación y hasta la próxima. Si vais a una sesión de psicología con la idea de que será algo de ese estilo… os recomendaría tomaros un café con un amigo. Os saldrá más barato.

 A menos que el susodicho amigo tenga gustos muy caros, por supuesto.

Un psicólogo no os va a dar consejos (ni va a deciros lo que deberíais hacer, porque esa decisión os corresponde únicamente a vosotros), ni va a daros una visión equivalente a la que os pueda dar un amigo; por explicarlo a grandes rasgos, va a examinar y a indagar aquello que le estáis contando, y va a ayudaros a tomar conciencia sobre:

·         Los factores que causan el problema, es decir, aquello que ocurre justo antes de que se desencadene el problema (por ejemplo, con una persona muy tímida, el hecho de encontrarse en un lugar con muchas personas)

·         Los pensamientos y sentimientos asociados a esas causas (en el caso anterior, algunos ejemplos podrían ser: “voy a hacer el ridículo”, “estoy nervioso”, “me va a dar algo”, etc.)

·         Qué factores están haciendo que se mantenga el problema, qué consecuencias tiene nuestra forma de actuar cuando aparece el problema y qué causa que sigamos respondiendo así (en el caso anterior, por ejemplo, la persona podría irse del lugar, lo que a corto plazo calmaría su ansiedad, pero a largo plazo deterioraría sus relaciones sociales y causaría problemas aún mayores). Ésta es la parte fundamental en la que trabaja un psicólogo: entrenando con el cliente para que consiga actuar de manera diferente cuando se presente la situación problemática (por ejemplo, quedándose en el lugar y hablando con alguna persona aun sintiendo ansiedad y teniendo pensamientos molestos, para conseguir tener mejores relaciones con los demás).

 Ahora la labor del psicólogo no parece tan simple, ¿verdad?

Como podéis ver, la labor de un psicólogo no tiene nada que ver con la de un amigo al que le contáis un problema; son personas distintas, en contextos diferentes y con funciones que no tienen nada que ver. Si queréis dar un cambio a vuestra vida y, como todo ser humano en un momento u otro de su vida, necesitáis ayuda con ello, un psicólogo puede seros muy útil; si lo que queréis es consejo o desahogaros, repito, un amigo os va a ir mucho mejor y os saldrá más barato.

Hasta aquí el post de hoy. En el próximo expondré algunas otras frases que ponen de manifiesto el desconocimiento general de la población sobre el trabajo de los psicólogos, lo que a su vez provoca que muchas personas que podrían beneficiarse mucho de nuestros servicios opten por no hacerlo, ya sea por desinformación o por el estigma social existente. Espero que os haya gustado y os haya resultado esclarecedor.

¡Un saludo!
Jorge Reina 

Artículo escrito por nuestro compañero Jorge Reina, psicoterapeuta y formador especialista en Inteligencia Emocional, Terapia de Aceptación y Compromiso, y Asesoramiento a personas y organizaciones.

lunes, 29 de junio de 2015

El minuto de oro



España es el segundo país donde más psicofármacos se consumen: antidepresivos, ansiolíticos, hipnóticos,… ¿Qué nos ocurre? ¿Tan horrible es nuestra vida para tener que drogarnos? En nuestra sociedad cada vez más competitiva nos exigimos cada vez más: afrontar una pérdida sin llorar, hablar en público sin temblar, dormirnos en seguida y descansar, rendir en el trabajo y educar a los hijos sin flaquear. Ya no disfrutamos de un amanecer porque nos pilla en el atasco mañanero, ya no saboreamos los alimentos puesto que tenemos sólo diez minutos para comer y salir pitando, ya no conversamos entre nosotros porque es más importante cotillear las redes sociales,…Quizás nos estemos deshumanizando, quizás se desarrolle alrededor de nosotros mil maravillas que no sabemos ver. Intentamos estar en todo y sólo conseguimos no estar en nada. Mientras los días pasan y pasan sin darnos cuenta. 

El minuto de oro


¿Y si nos comprometemos en saborear tan sólo un minuto de nuestra vida cada día? Un día tiene exactamente, salvo excepciones, 1140 minutos. Resulta razonable dedicar únicamente un minuto para nosotros, como si de una receta médica se tratara, con la ventaja de no tener efectos secundarios adversos y ser totalmente GRATIS. ¿Pero a qué vamos a dedicar ese precioso minuto? Vamos a seguir las siguientes indicaciones. Elige primero un momento del día, puede ser por la mañana antes de ir al trabajo, por la tarde al llegar, preferiblemente cuando no haya mucho ruido ni nada que te pueda distraer. Instálate cómodamente en una silla, sin cruzar las piernas y colocando tus manos sobre ellas. Es importante que no te apriete la ropa, el reloj o cualquier cosa que te moleste. Pues bien una vez en posición cierra los ojos y no hagas absolutamente nada, únicamente estar presente, aquí y ahora. Es así de fácil.  

No hay manera de hacerlo bien o mal, no se busca una experiencia perfecta, sólo hacerlo y vivir el momento tal y como es. Con esto ya estarás practicando Mindfulness (atención plena). Para facilitar la tarea durante ese minuto puedes centrar toda tu atención en tu respiración, sin ejercer control sobre ella, simplemente observar cómo ocurre de forma automática. En el momento que tu mente se disperse, vuelve tranquilamente de forma activa a tu meta atencional, a tu respiración. Puedes hacer exactamente lo mismo con cualquier cosa: externa como observar una vela o interna como sentir cada parte de tu cuerpo, denominado body scan. Puedes también, por qué no, sentir y atender plenamente un dolor físico, como puede ser la dismenorrea (dolor menstrual). 

Cualquier persona independientemente de la edad, sexo, raza o religión puede practicar Mindfulness. Aunque puede producir cierto rechazo al principio, podemos vivirla como una pérdida de tiempo, aburrirnos o sentir que no sirve para nada, puesto que no es un modo de escapar del dolor. Al contrario abandonamos la idea de sentirnos mejor mediante la aceptación y la compasión creando un espacio sin juicios en donde el propio dolor tiene cabida para expresarse. La única instrucción presente en la práctica de Mindfulness es: “Aparezca lo que aparezca en la mente, simplemente obsérvalo”. 

Cuando lo pongamos en práctica pueden surgirnos ciertas dudas. Puede producirnos somnolencia o incluso dormirnos. Aunque no esté directamente buscado, la Mindfulness produce un efecto secundario de relajación que puede adormecernos, por lo que se desaconseja practicarla en horas críticas como es después del almuerzo o antes de acostarse por la noche. Si a pesar de estas recomendaciones seguimos sistemáticamente con sueño, habrá que averiguar si descansamos adecuadamente por la noche ya que, lo que se busca con Mindfulness es atención activa y alerta. Por otro lado es frecuente, sobre todo en principiantes la aparición de mareos. Ocurre al no estar acostumbrados a prestar atención a la respiración y tratar de controlarla volviéndola más superficial, tomando más aire del que necesitamos. Esto se resuelve con la práctica enseñándonos a no intervenir, únicamente observar cómo ésta ocurre de forma natural. 

¿Con un minuto al día es suficiente? Esto es como un músculo, mientras más lo trabajes más se desarrollará. Pronto verás que tu cuerpo te pide dos minutos varias veces al día y con el tiempo y entrenamiento podrás estar hasta una hora seguida. ¿Y para qué esforzarme a practicar esto? Próximamente desvelaremos los efectos beneficiosos de la Mindfulness avalados científicamente. 

Cada minuto es un regalo,

No puedes impedir que forme parte del pasado,

Pero puedes aprender a saborearlo.

Nuria Azuaga 

domingo, 31 de mayo de 2015

Formación Avanzada en Terapias Contextuales

¡Estimados compañeros!

En exclusiva tenemos el honor y el placer de contar con docentes de prestigio nacional para el:

I Curso de Formación Avanzada en Terapias Contextuales

Curso Formación Avanzada Terapias Contextuales 

Será una formación práctica, de 40 horas de duración, donde experimentaremos y aprenderemos las habilidades prácticas necesarias en terapias contextuales para incluirlas en nuestra práctica clínica diaria, de la mano de unos ponentes expertos que no nos dejarán indiferentes:

Muchos de vosotros ya conocéis a José Molinero, y los que no, comentar que no se nos ocurre nadie mejor a la hora de aplicar y transmitir ACT. En este Workshop Avanzado, enseñará técnicas avanzadas en Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT).
 
José Molinero
   
Jorge Barraca es director de máster en psicología general sanitaria en la Universidad Camilo José Cela, y autor de publicaciones como "La mente o la vida" o "El viaje al ahora", manuales excelentes a la hora de comprender y practicar principios de terapia contextual, relacionados con ACT y Mindfulness. En este caso, Barraca enseñará cómo trabajar de manera aplicada usando la terapia contextual de pareja: Terapia Integral de Pareja, en la cual es especialista.

Jorge Barraca

Luis Valero y Rafael Ferro son referentes mundiales en nuestro idioma cuando se habla de Psicoterapia Analítico Funcional. Habiendo realizado numerosas investigaciones, dirigido tesis, y escrito manuales prácticos sobre la misma, han estado en estrecha colaboración con Kohlenberg y Tsai, autores de FAP. No hay mejores docentes a la hora de transmitir PAF en nuestro idioma.

Luis Valero, Rafael Ferro

Por último, nuestros compañeros de ACTÚA Consultores: Juanjo Macías, Adrián Muñoz y José Olid, cerrarán el Workshop profundizando en Mindfulness de manera 100% contextual, no como una herramienta al servicio del control o la evitación de lo que no nos gusta: la atención plena es algo que podemos aplicar para abrirnos a la riqueza del momento presente, y transmitirlo de esta manera a la forma en la que nos relacionamos con nosotros mismos y los demás.

Adrián Muñoz, Juanjo Macías, José Olid

Inscríbete ya en: inscripcion@actuaconsultores.es; si te has quedado con ganas de saber más, consulta la web: Terapias Contextuales. Dado que esta actividad tiene un gran valor para nosotros y posiblemente para las personas que compartan los valores de formación y profesionalidad, os pedimos por favor que cualquiera que lo lea que lo difunda en la medida de sus posibilidades. ¡Mil gracias!

martes, 26 de mayo de 2015

Sobre el pensamiento positivo


El “pensar en positivo” es un hecho que viene cobrando fuerza desde la década de los 70, y podemos observarlo hoy en día en un sinfín de manifestaciones: libros de autoayuda, talleres motivacionales, redes sociales, anuncios publicitarios, la conocida “ley de la atracción” y su lema “te conviertes en lo que piensas”.


Hasta hace poco tiempo pensaba que la magia simplemente era tarea de magos, pero ¡no!, para mi sorpresa esta “magia” también ha llegado a la Psicología. Según este positivismo, no se trataría entonces de intervenir activamente en el curso de las cosas sino simplemente el hecho de cambiar los pensamientos, de tener una actitud positiva ante la vida ya te devolvería un “camino de rosas” hacia lo que deseas. Algo así como: “piensa en positivo, y siéntate a esperar”. “No te preocupes, ¡Todo va salir genial!”.



Esta excesiva presión social a favor de una actitud exageradamente “optimista” provoca que las personas al sentirnos tristes, inseguras, decepcionadas, enfadadas nos retraigamos a la hora de aceptar estas emociones, e incluso de expresarlas, quizás por miedo a ser rechazados socialmente. Con lo que estos sentimientos o pensamientos desagradables se convierten rápidamente en “un completo pack 2x1”: el sentimiento o pensamiento desagradable más la culpa añadida por sentirnos de esa forma. Y en la mayoría de los casos, es esta culpa añadida por no poder deshacernos de esos sentimientos o pensamientos molestos, lo que más perturba a la persona, a veces, incluso más que el propio sentimiento o pensamiento incómodo. 


¡Es imposible sentirse siempre alegre! La mayor parte de la psicología occidental se basa en que las personas por esencia debemos estar naturalmente contentas y bien. Convirtiendo, desde este punto de vista, el sufrimiento psicológico en algo patológico.
 
Cualquier paso hacia delante en nuestra vida supone enfrentarnos a un mínimo sufrimiento. Sin embargo, el pensamiento positivo nace del deseo de EVITAR este lado oscuro y desagradable de la vida misma. Es una fácil estrategia de evitación frente al miedo y frente a la falta de control que produce la remota idea de encontrar un “obstáculo aversivo” en nuestro camino. 

Pensar en exceso en positivo genera una tranquilidad ficticia porque origina expectativas positivas, creyendo que con estos pensamientos estamos controlando lo que va a suceder, que por supuesto “sólo puede ser bueno” .  Pero… ¿y si aparecen obstáculos inesperados, sentimientos de inseguridad, de insatisfacción, pensamientos desagradables? ¿Qué ocurre con esta tranquilidad?

¿Realmente podemos controlar todo esto? 

Nos cuesta aceptar que no controlamos nuestra mente. Pensar en lo que realmente nos importa en nuestra vida, y dirigirnos hacia ello es realmente útil. Aceptar que en este camino también habrá obstáculos es tranquilizador. 

¡Todo no tiene por qué salir genial, seguramente encontraré dificultades, pero estoy dispuesto a asumirlas, porque me llevarán a lo que realmente me importa!
   
  “Nadie se ilumina fantaseando figuras de luz,
sino haciendo consciente su oscuridad”
Carl Jung.

Beatriz Sánchez Cabrera