Mostrando entradas con la etiqueta Emociones. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Emociones. Mostrar todas las entradas

viernes, 6 de febrero de 2015

Sobre la confianza


En el día a día de las relaciones humanas todos valoramos poder confiar en los demás; esto es así hasta tal punto que a menudo afirmamos "lo hago porque confío en él", "sé que me valora porque confía totalmente en mi" o "¿tú crees que lo haría si no confiase en ti?".

Le damos valor a la confianza, y no la otorgamos fácilmente: "si quieres que confíe en ti, me lo tienes que demostrar", es lo lógico, ¿no?. Las personas deben ganarse nuestra confianza, deben darnos motivos para confiar en ellas, porque no podemos ir confiando en cualquier persona ya que el precio a pagar por confiar en la persona que no lo merece es alto: esa persona puede decepcionarnos, puede dañarnos.

Así que nos aseguramos de que eso no pase no confiando a la ligera, estableciendo una suerte de criterios bajo los cuáles nos fiamos de alguien: si se comporta así, si dice aquello, si no dice lo otro, si se muestra auténtico, decimos. Pero claro, aún así puede suceder que esa persona nos decepcione, nos dañe, y ante eso la respuesta es clara: no tendría que haber confiado, ¡lo sabía!, nos decimos muchas veces. Y re-ajustamos nuestros criterios de confianza: la próxima vez estaré más atento, no tengo que confiar tan rápido, me lo tiene que demostrar más aún. 

Y solemos hacer todo esto persiguiendo algo: la ausencia de error, la certeza de que aquella persona en la que confiamos no nos va a decepcionar. Nunca. Jamás.

De esta manera nos encontramos a quién nos dice que, como se ha llevado muchos palos, ya no confía tan a la ligera; o quién nos cuenta que no se puede uno fiar de nadie porque tarde o temprano te toman por imbécil. 

Esto nos lleva a estar cada vez más atentos, a protegernos cada vez más, y a confiar cada vez menos, a que nuestra confianza sea más cara, más...escasa.

Teniendo todo esto en cuenta... yo os propongo una alternativa, un cambio radical (de raíz, en su origen).
Os propongo que la confianza sea una opción de la cuál vosotros, y solos vosotros, sois responsables. Os propongo, además, que asumáis la confianza como una elección totalmente voluntaria y, además, una elección de vulnerabilidad. 

Al confiar, os propongo que lo hagáis aceptando de base que el error es posible, es más, que el error es asumible. Que tengáis en cuenta que os merece la pena, o mejor dicho, que os merece el coste posible: que aquello por lo que elegís confiar es algo que valoráis lo suficiente como para estar dispuestos a equivocaros. Por favor, os animo a que no busquéis fortaleza ni seguridad en el hecho de confiar en alguien, ni busquéis confirmar expectativa alguna. Confiad, si queréis, y no confiéis si no queréis: pero si lo hacéis, abandonad las armas, bajad las defensas.

Al principio quizás os sintáis incómodos...es normal: estáis siendo vulnerables...pero no pretendáis sentir la hierba fresca bajo vuestros pies si camináis con botas para no magullaros con alguna que otra piedra.

Os lo pide alguien, de manera vulnerable, que tiene los pies algo cansados...y que no deja de disfrutar del camino.

José Olid
                                                                                                                                        Perfil de LinkedIn

miércoles, 28 de enero de 2015

Motivación PIR

¡Queridos -IRes! Increíble que hayan pasado 7 meses desde que comenzamos esta aventura juntos, ahora estamos a escasos días del examen. Hemos tenido días mejores y algunos en los que lo veíamos todo negro, aún así, estamos aquí arremangados y listos para afrontar uno de los mayores retos de nuestras vidas, muchos han sido los motivos para aventurarnos en esta dulce locura. ¿Qué ha hecho que te levantes todos los días y luches por esa ansiada plaza? ¿Qué te mueve? A continuación os dejamos las respuestas que habéis compartido con nosotros.

¡Que la fuerza nos acompañe! Más en twitter: AECSB y en facebook: AECSB









































miércoles, 21 de enero de 2015

Consejo PIR

¡Queridos -IRes! Os traemos unos consejos muy útiles para esta recta final hacia el examen; estos consejos son fruto de una fuente muy valiosa: tú experiencia. Por eso, lo que es útil para unos quizá sea distinto para otros, en cualquier caso, usa lo que mejor se ajuste a tu experiencia, esperamos que sean útiles. Más en twitter: AECSB y en facebook: AECSB












          




































 
 Y como no podía ser de otra manera, aquí va algo de humor PIRero :P








domingo, 4 de enero de 2015

Evitar lo inevitable

Un exceso de trabajo, un dolor de cabeza, una ruptura sentimental, recibir una multa, el diagnóstico de una enfermedad… todas estas situaciones tienen algo en común: nos hacen sufrir, y no hay nada que odiemos más que el sufrimiento. En cuanto nos duele algo vamos corriendo a por unos analgésicos. Los avances en la medicina y en la tecnología nos han permitido comodidades significativas, lo que nos han vuelto, a su vez, menos tolerantes al padecimiento. ¿Pero qué podemos hacer cuando nuestro dolor no es físico? Existen innumerables emociones desagradables tales como la ira, la frustración, la tristeza, la culpa, la preocupación… Cada uno de nosotros hemos generado estrategias para esquivarlas tales como irse de copas para olvidar, tragárselo todo y hacer como si no pasara nada, pagarlo con el primero que podamos para descargar nuestro malestar… No nos engañemos, evitar padecerlas aliviándolas de cualquier manera las hará más intensas y tarde o temprano sufriremos mayores consecuencias negativas.  

¿Recordáis el ejercicio del oso blanco? Vimos como un pensamiento totalmente inocuo como es la imagen de un oso blanco puede ser muy persistente en nuestra mente. Intentar evitar pensar en él se convierte en una proeza que requiere un esfuerzo mental substancial de distracción continua. En cuanto nos relajamos el oso blanco (o el pensamiento desagradable) aparece de forma abrupta invadiendo nuestro descanso. ¿Cuántas noches sin dormir por un problema que nos rondaba en la cabeza del cual no podíamos deshacernos? Lamentablemente no podemos conectar y desconectar nuestra mente a nuestro antojo. Nuestros pensamientos sobre el pasado (p.ej. No debería haber hecho o dicho…) o sobre el futuro (p.ej. le estoy temiendo a mañana) nos están afectando en el presente impidiéndonos disfrutar del sueño, de la comida, del descanso y de nuestro tiempo libre. La persistencia y la continuidad de ese estado es lo que nos quema, no las emociones y pensamientos desagradables que van y vienen. 


¿Pero cómo debemos afrontar los malestares entonces? Muy simple: no haciendo absolutamente nada. Con esta noticia nos invade múltiples angustias: “¡No podré soportarlo!”. Pero poco a poco nos vamos dando cuenta de que SÍ podemos y mucho más de lo que nos imaginábamos en un principio. Al tiempo que soportamos la tristeza, sabemos que ésta es pasajera, sólo debemos vivirla y elaborar nosotros mismos nuestros duelos personales. A medida que afrontamos las pequeñas dificultades nos vamos haciendo más fuertes para problemas mayores por el mismo mecanismo de las vacunas, inyectándonos una pequeña cantidad de veneno nos hacemos resistentes a él.  

Para los más escépticos de nosotros echaremos la vista a oriente en las enseñanzas budistas de más de veinticinco siglos de historia basadas en una actitud profundamente experiencial. Recientemente los estudios científicos han corroborado la eficacia de estas prácticas de meditación enfocadas en la observación directa de la mente y la realidad. La única crítica se refiere al elevado compromiso y disciplina que requiere su efectividad, por lo que quizás no todas las personas puedan beneficiarse de ella.  



¿Quieres probar sus beneficios? No hace falta que planees un viaje al Nepal, la ciencia te la trae cerca de casa. Probablemente hayas escuchado hablar de Mindfulness, traducido al español como atención o conciencia plena. Se trata de una práctica terapéutica muy extendida entre las Terapias de Tercera Generación que consiste en centrarse en el momento presente, en el aquí y el ahora, de modo activo y reflexivo con carácter no valorativo y renunciando al control. Al fin y al cabo vivimos ahora, en este mismo instante, el pasado pasado queda y el futuro ya vendrá. ¿Para qué amargarnos sobre lo que ocurrió o puede ocurrir? Nos estamos perdiendo la belleza de este momento, este instante. A modo de reflexión os dejo una frase de la película “El guerrero pacífico”: 

¿Dónde estás? - Aquí. 

¿Qué hora es? - Ahora. 

¿Qué eres? - Este momento.

Nuria Azuaga

domingo, 14 de diciembre de 2014

¿Podemos controlar nuestro estrés?

Atascos, falta de sueño, obras cerca de casa, fechas límites,… los estresores están a la orden del día. El estrés en sí mismo no es dañino. Es más, probablemente sin él no hubiésemos sobrevivido a los peligros de la naturaleza desde la prehistoria hasta nuestros tiempos. Su valor adaptativo es claro: nuestra presión arterial junto con la liberación de glucosa en sangre aumenta con el fin de aportar un plus de energía para afrontar el peligro, mientras que se ahorran esfuerzos por parte del sistema digestivo y el sistema inmunitario, que dejan de funcionar. De hecho, en ciertas circunstancias tener estrés es beneficioso para nuestro rendimiento e incluso nuestra salud. Podríamos comparar el estrés con el chocolate: comerse una onza de vez en cuando es saludable y disfrutamos más de su sabor, ahora atiborrarse de manera frecuente nos producirá cuanto menos una indigestión.

¿Cómo podemos mantener nuestros niveles de estrés a raya? Lo primero que se nos ocurre es controlarnos, intentar tranquilizarnos cuando estemos subiéndonos por las paredes. De hecho es lo primero que nos dicen los demás cuando estamos estresados: “¡No te agobies, tranquilízate!”. Ok, fenomenal, tranquilizarme… ¡no se me había ocurrido! ¿Pero CÓMO?


     - ¿Respirando profundamente? Podemos llegar a hiperventilar y marearnos si no lo hacemos adecuadamente. Una correcta oxigenación del organismo implica tasas bajas de inspiración, volúmenes elevados de aire y respiraciones predominantemente abdominales. Cuando ya estemos hiperventilando se ha demostrado la eficacia de la retención de la respiración unos segundos con el fin de reiniciar el proceso.
     
      - ¿Evitando pensar en aquello que nos agobia? Primero habrá que saber si tenemos control en nuestros pensamientos. Para ello vamos a hacer un pequeño experimento con un pensamiento sin valor afectivo ni importancia relevante. Te voy a pedir que en ningún caso pienses en un oso blanco. Está totalmente prohibido que pienses en ese oso blanco hasta que acabes de leer este artículo. Recuerda: ¡NO PIENSES EN UN OSO BLANCO! Ahora bien, tratar de olvidar el problema o negarse a tomarlo en serio puede ser muy perjudicial puesto que nos impide afrontarlo y en algunas ocasiones la situación puede empeorar.

     - ¿Buscar ayuda o contárselo a alguien? Aquí ya vamos bien encaminados. El apoyo social es un factor amortiguador de los efectos del estrés. Aunque depende mucho de la calidad de esa relación. Los casados satisfechos son los que menor presión arterial poseen frente a los solteros y más aún que los casados insatisfechos. Ahora bien, tampoco se trata de depender totalmente de los demás en cada problema que nos surja ni cargar el muerto a otro, ya que podemos agotar a nuestro entorno. Es beneficioso proporcionar a su vez apoyo a los demás, ya que el sentido de utilidad contribuye a nuestro bienestar. 

A veces podemos pensar que cómo nos vamos a tranquilizar con todo lo que se nos viene encima. Los intentos de tranquilizarse se vuelven muchas veces infructuosos o pueden empeorar nuestro estado de sobreactivación. Recordemos que nuestra respuesta de estrés tiene un valor funcional, por tanto algo la habrá desencadenado. Dependiendo del tipo de estresor sería adecuado actuar de una u otra manera. Ante un problema debemos evaluar en primer lugar si es controlable o no. Si concluimos que la situación se puede controlar sería conveniente planificar soluciones y establecer un plan de acción para actuar directamente. Ahora bien, si la situación no depende de nosotros no vale la pena gastar energía, centrémonos en nuestra emoción: aceptarla, reevaluar la situación, distanciarse,…


En nuestra sociedad tan compleja muchas veces es imposible adivinar si algo se puede controlar o no, intentando controlar lo incontrolable. Por cierto, ¿Has pensado mucho en el oso blanco? Lo que ocurre es que mientras más evitas pensar en algo, más piensas en ello. ¿A quién no le ha pasado de tener una canción pegadiza en mente sin poder deshacerse de ella? Mientras más luchas, más te irritas y más te agotas. En estos aspectos la cultura budista nos lleva siglos de adelanto. En el próximo artículo desvelaremos algunos de sus secretos. Mientras tanto recuerda esta frase:

Una persona feliz no es una persona sin estrés. Una persona sin estrés es una persona muerta. Luego el estrés nos hace sentir vivos.

Nuria Azuaga